2008-12-10

Nostalgia intencionada




Sorprende que los trabajadores de un diario convoquen a una fiesta a ex trabajadores del diario. Me gusta este gesto cercano y desinteresado. Nos reencuentra en este grato umbral de la nostalgia que sublima a favor los mejores momentos compartidos. La nostalgia es intencionada y lúcidamente selectiva. Por eso me acuerdo que aquí, en esta misma sala, en 1973, periodistas de distintos diarios saludábamos a Julio Cortázar, celebrado por sindicato gráfico de entonces. Y aquí estamos, distintas generaciones, aliados en un tramo largo o corto de nuestro oficio. Un diario no pasa por una vida, ni una vida por un diario, en forma distraída ni neutra. No hay forma de excluirse de un recuerdo que nos contiene.


Ayer estuve con Tito Cossa, ese gran dramaturgo. ¡Pensar que trabajó en El Cronista! También Nahuel Maciel –otro redactor del género fantástico que logró que García Márquez le diera una entrevista exclusiva sin siquiera darse cuenta- trabajó en El Cronista. La vida nos da sorpresas.

En aquel edificio de Alsina el dilema era conseguir máquina de escribir y papel pautado; después, en la redacción del edificio de Honduras, el dilema era esquivar las máquinas textiles y los percheros de chombas. Más tarde esquivamos cables y cámaras. Lo único que permaneció igual muchos años, fue la adivinadora de la borra de café que escrachaba el perfil del trabajador que ingresaba. Sé que el diario fue siempre de papel. Pero ignoro cómo fueron los fundadores del diario y qué dirían hoy de sus actuales dueños. Eso es todo. Un día me fui: porque alguna vez nos vamos.

Carta leída por Orlando Barone durante el festejo Cronistas x 100, el 5 de diciembre de 2008.

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