2008-12-05

Estereotipados e ilusos


Estereotipados e ilusos solemos dar los primeros pasos del camino sin darnos cuenta de lo que está naciendo. Así, un día nos echamos a andar, sin imaginar siquiera lo que estamos edificando. Esa inconciencia vital en cada prólogo, desparpajo sublime que nos salpica siempre en el casillero número cero del juego de la oca que es la vida, se parece a bastante a la esencia de la existencia. Estereotipados e ilusos muchos llegamos a El Cronista y terminamos recorriendo un sendero impensado.



Aplaudo y celebro la idea de las compañeras y compañeros que decidieron construir este espacio virtual a partir de los 100 años. El aniversario de una empresa periodística que ha pasado por varias manos, también es valiosa excusa para concebir este reducto, cuna de vivencias, sensaciones, recuerdos y afectos. Todo hubiera quedado guardado en el oscuro arcón de la memoria individual, pero en este recoveco el pasado recupera bríos, se propaga y nos endulza con una fragancia melancólica.



Estereotipado e iluso llegué a El Cronista en 1999, de la mano de Daniel Wainstein, para colaborar en la sección Deportes, donde me encontré con el enorme respaldo y las enseñanzas de Horacio Del Prado, a quien le debo lo que sé en materia de edición y se lo agradeceré siempre. El tiempo se evaporó vertiginoso y, de pronto, quedé al frente de un área de Deportes renovada, con un suplemento que ofrecía “otras miradas”. Luego desapareció esa sección y llegó Información General y más tarde Tendencias y las entrañables y recordadas contratapas. Siempre nuevos desafíos y, a la vez, crecimiento, al influjo de valiosas compañías. En ese viaje que tanto me marcó fue vital el aporte humano y profesional de colegas inolvidables y, entre todos, junto al respaldo de otras áreas (dirección, diagramación, armado, coordinación, etc.), edificamos un trabajo periodístico del que, aún con el paso del tiempo, nos sentimos orgullosos. Vaya conquista en estos tiempos de banalidades y chaturas.



Darío Damore, Pablo Gasparini, Daniel Aller, Aníbal Mendoza, Walter Brown, Pablo Mamone, Alberto Farina, Martín Becerra y José Totah, entre otros. Fantásticos y solidarios en el día a día periodístico, pero también en los encuentros de los sábados, cuando en Campus, muchos de los varones de El Cronista olvidábamos la semana y el fútbol nos unía en una horizontalidad, sin cargos ni otros valores. Un mágico embrujo que sólo una pelota es capaz de plasmar. El “fulbito” de Campus fue lo que hoy en día un departamento sofisticado de Recursos Humanos llamaría con cierta petulancia RLI, “recursos lúdicos de integración”. Para nosotros era la gloria, dos horas relajadas y divertidas, sencillamente nuestro “Fútbol de Primera” propio. Pero no todo era sudor. Por suerte, el perfume de mujer también nos rodeó en esa redacción y el aporte profesional y la mirada femenina introdujo el toque de distinción. Fue gratísimo y enriquecedor para mí compartir horas de cierre y trajines con Viviana Álvarez, Daniela Villaro, Natacha Esquivel, Renata Rocco Cuzzi, Elena Moreira, Marcela Falcitelli y Alejandra Rodríguez Ballester, entre otras chicas. Sé que, a la distancia, puedo olvidarme algún nombre y me disculpo de antemano.



Estoy convencido de que el aporte de las diversas redacciones y conducciones periodísticas de El Cronista me hizo más profesional, enriqueció mis visiones y, fundamentalmente, ese ámbito me permitió recoger cálidos afectos. Las palabras saben escasas para agradecer la generosidad de mis colegas y también la de trabajadores de otras áreas con quienes compartí tantas horas.
Este espacio y este momento siembra, de algún modo, una paradoja. Como en el cuento de Julio Cortázar, quien avisa que “cuando te hacen un regalo para tu cumpleaños no te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj”. Así, los cien años de El Cronista emergen con matices insospechados.



Definitivamente estereotipados e ilusos, una vez más, acaso no nos dimos cuenta: en realidad es nuestro aniversario y en la fiesta todos somos regalo y homenajeado al mismo tiempo. ¡Salud, por eso!


Alejandro Di Giacomo trabajó en El Cronista Comercial desde 1999 hasta 2001. Comenzó como colaborador y más tarde estuvo a cargo de las secciones Deportes, Información General y Tendencias. Actualmente trabaja en la agencia italiana de noticias ANSA, es columnista de Buenos Aires Económico y coordinador de la carrera de Periodismo de la Universidad de Palermo. También es autor de “La gloria que no fue”, editado en 2007 por Capital Intelectual.

No hay comentarios: