2008-12-14

Un regalo de reyes

Foto: Fiesta del reencuentro de “cronistas”. De izquierda a derecha: Mariano Agostini, Alberto Rivas, Antonio Blanco y Javier Hanna. Asomando la cabeza por detrás y en el centro: Graciela Humenuk.

El primer contacto que tuve con El Cronista Comercial fue allá por principios de los 90, cuando cursaba diseño gráfico en la UBA (carrera que discontinué), en el pabellón III de Ciudad Universitaria. Allí los muchachos “bian” de la UPAU (agrupación política que representaba a la Ucedé en la universidad) entregaban en forma gratuita ejemplares del novedoso suplemento “Arquitectura & Diseño” de El Cronista Comercial. El material era realmente bueno, ya que en ese entonces no había suples ni secciones –ni siquiera en los diarios generalistas- que le dieran importancia al creciente boom del diseño gráfico.
Así fue como llegué a comprar el diario sólo para obtener ese suple, “desechando” el cuerpo principal que por ese tiempo me resultaba lejano e inentendible.

A fines del año 1994 decidí que era tiempo de cambiar de trabajo. Inicié así el peregrinaje por distintos lugares con datos obtenidos de los clasificados del gran diario argentino. Interminables colas, entrevistas varias, llenado de formularios y entregas del curriculum vitae, se sucedieron día tras día, mañana tras mañana.

Después de la Navidad mis viejos (aún vivía con ellos) me preguntaron si viajaría a Mar del Plata para pasar las vacaciones en Enero. Elegí, aún no se porqué, no hacerlo y quedarme en Baires. El destino que le dicen. El 4 de enero de 1995 me llamaron de una de las agencias de trabajo en la cual dejé mis datos por casualidad. Recuerdo que había llegado cerca del mediodía por el puesto que ofrecían (“ya tomamos a la persona” me dijeron), pero me invitaron a completar los datos, lo que hice no sin cierto desgano y resignación.

“¿Podés venir a una entrevista mañana?”, fue la sorprendente frase que retumbó en el teléfono. El puesto requerido era de “data entry” en el Departamento de Contaduría del diario El Cronista Comercial. No estaba muy convencido, de administración sólo había hecho un curso intensivo –y otro estaba cursando en ese momento- y el hecho de que la empresa fuese un diario especializado en economía me hizo pensar que mis chances de poder ingresar se verían dramáticamente disminuidas.

Ese mismo día por la tarde me presente en Honduras 5663, donde esperaba encontrar en la recepción al menos un puñado de postulantes más calificados que yo. No fue así, estaba completamente vacía, y me recibió Celia Aballay, recepcionista de la tarde, anunciándome ante el entrevistador, el Contador Antonio Blanco.

No fue una típica entrevista. Fue más bien una charla amena, amable y distendida. Al finalizar grande fue mi asombro cuando me dijo “¿Podés empezar mañana a las nueve?” .
Así fue como comencé mi historia en El Cronista un día viernes 6 de Enero de 1995, un verdadero “regalo de Reyes”.

Quiero recordar hoy a aquella entrañable y familiar administración que me recibió con los brazos abiertos haciendo que mi integración fuese plena y rápida: Antonio Blanco (Contaduría), Alberto Rivas (Tesorería), Javier Hanna (Contaduría), Silvia Rojas (Contaduría), Diego De Castro (Facturación), Silvia Dryzum (Facturación), Omar Andragnez (Cobranzas), Graciela Humenuk (Cobranzas), Carlos Cerrutti (Suscripciones), Marcela Mangino (Sistemas) y Norma Palmiero (Sistemas).

A todos ellos mi más sentido cariño y agradecimiento por todos los momentos compartidos. ¡Gracias totales!

Mariano Agostini es jefe de Circulación de El Cronista Comercial

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