2009-04-06

Sobre Alfonsín

El pasado en tiempo presente

Por Ricardo Frascara (*)

Tengo tantos comienzos para una estampa de mi paso por El Cronista Comercial que no sé por dónde empezar. Quizá, como casi siempre en mi vida nómada por las redacciones, ponga las manos sobre el teclado y las deje andar...

En este diario alcancé la culminación de mi carrera, cuando el 29 de junio de 1983 se publicó mi ascenso a director periodístico: no fue una posición para sentarme en un sillón, mi sangre no me lo hubiera permitido.


Además, a mis 50 años, me esperaba el acontecimiento más trascendente de mi trayectoria. Fue lo primero que pensé mientras mis compañeros me palmoteaban la espalda por la designación: abrirle la puerta desde “mi” diario a la llegada del hombre elegido para devolverle a mi país la sonrisa y la esperanza.

Entonces decidimos en pocos días qué haríamos ante esta largamente esperada vuelta a la democracia: entrevistar a los candidatos. Así, de a poco, manejamos con Daniel Della Costa, Néstor Scibona y los muchachos que estuvieran disponibles, las ocho entrevistas que se publicarían en nuestras páginas, hasta desembocar en el número del 10 de octubre con la edición que en tapa se llamó Plataformas Electorales. Habíamos dialogado mano a mano, gracias a esta maravillosa profesión, con los hombres que pretendían tomar el timón para alejarnos a todos los argentinos de la época más sombría que habíamos vivido en el siglo XX. Para mí fue realmente emocionante y hoy lo mido aún como un paso conmovedor, que reafirmó la enorme vocación individual y colectiva de volver al orden de las cosas; retornábamos a respirar, hablar, caminar sin trabas ni miedos.

Todo eso tratamos en la redacción de la calle Alsina de transmitir, de interpretar. Por supuesto, no existía el reloj y las peleas con el taller por los cierres eran calientes. Y como siempre, en todo ese mes de octubre del inolvidable ’83, los diarios fueron apareciendo cotidianamente.

Inclusive en esos días me sucedió algo inédito: un grupo de amigos organizó una cena para que les contara cómo eran, qué prometían, qué me habían parecido, los candidatos entrevistados, y a la vez ellos expusieron sus preferencias, sus esperanzas. Fue un debate abierto, que hizo que desfilaran ante mí aquellas caras imborrables y expuse mis impresiones, que hoy vuelven a manifestarse gracias al ejercicio al que me llevó la invitación de Alejandra Beresovsky de sumarme a este blog, justo en el momento que vuelve a conmovernos la última luz de Alfonsín. Y fue precisamente Raúl Alfonsín quien más fuerte me hizo aferrar a la mesa en la que hablábamos con los candidatos. Sus palabras, sus ideas, su manera, sus gestos, su actitud determinada fueron por completo convincentes. Charló simplemente como un hombre sencillo y firme, cordial y convencido. Apasionado y reflexivo. De alguna manera entusiasmaba su tono dominante y aún cuando no debíamos expresar esa sensación en las notas, en mi interior él marcó una ventaja.
Alvaro Alsogaray fue un exacto profesional exponiendo una materia, una tesis. Italo Lúder usó un tono de gran seguridad en su triunfo y en ningún momento utilizó términos condicionales. Más, se presentó ante esa mesa de periodistas como presidente en ejercicio, más distante, nada dubitativo, ganador antes de la batalla. En fin, Manrique, Alende, Martínez Raymonda, Frigerio (quizá el más esperanzado) se expresaron como políticos avezados que buscaban incidir en el resultado final de las elecciones.

Así lo vi en esas jornadas que viví camino a la sí que gloriosa fecha del 30 de octubre. Mi experiencia de 30 años en el periodismo no pudo imponerse a mi entusiasmo ciudadano. Y el 31 de octubre el diario acompañó la euforia que reinaba en el país. Y el 10 de diciembre llegó la esperada asunción de Alfonsín en medio del clamor popular.

Nada más tres meses después, y aprovechando mi puesto para designarme enviado especial, acompañé como cronista –mi siempre añorada tarea- al presidente Raúl Alfonsín en su visita a Venezuela y Colombia. La asunción de Jaime Lusinchi como primer mandatario de Venezuela le daba a Alfonsín la posibilidad de comenzar su tarea de latinoamericanista, que tanto han resaltado en este abril del ’09 los comentarios de todo el mundo. Qué puedo contarles... Ni bien nos acomodamos en el avión presidencial, los enviados solicitamos una entrevista con el presidente e inmeditamente Alfonsín aceptó. Al rato se trasladó hasta nuestro sector, se sentó con nosotros, y nos trazó un panorama de manera afable, convincente. En los diarios del 2, 3 y 6 de febrero reflejé ese viaje y sus palabras, que fueron muchas. Habló con temas abiertos con periodistas de los dos países que visitó, nos atendió a los argentinos siempre, en cualquier momento, en el avión, en el hotel, en los actos. Siempre estuvo dispuesto a salir adonde lo llevara el apretado programa, siempre fue directo en sus conceptos en cualquier ámbito. Así, yo terminaba una de las notas: “A nivel del mar, a 9.000 metros de altura o a 900 (la altitud de Caracas), Alfonsín tiene una sola manera de expresarse. Puede ser suave, contemplativo, irónico, duro, pero hasta ahora no lo he visto actuar a la defensiva. Es un actor veterano que domina la escena con su sola presencia.”

El Cronista me permitió todo eso y mucho más: integrarme con una redacción de 40 personas heterogéneas, con sus alzas y sus caídas, charlatanas o taciturnas, impulsivas o serenas, brillantes muchas veces, otras sólo –y tanto- humanas. Pero todos escribieron junto a mí los diarios a los que nutrimos desde marzo de 1978 a noviembre de 1985. Eso les agradezco.

(*)Ricardo Frascara fue director de El Cronista Comercial entre 1983 y 1985. Trabajó en Primera Plana en los '60 con Julián Delgado. Integró junto con él el equipo fundador de la revista Mercado, pero se separó en 1974. Cuando el grupo se hizo cargo de El Cronista Comercial, a principios de 1978, Delgado lo convocó como Jefe de Redacción.Cuando Delgado es desaparecido por la Dictadura Militar, Frascara se mantuvo al frente del diario, aunque reción dos años después lo nombraron subdirector, hasta que finalmente, en 1983 y hasta su renuncia, en noviembre de 1985, asumió como director. Frascara vive en San Clemente del Tuyú desde 2000 y dice que, aunque nació en pleno centro, hoy la costa es su vida.

{Volver}

No hay comentarios: