2009-07-20

Amistad a primera vista

Alberto Farina y su mujer, Nora, junto a Nicolás Castro (a la derecha) y Lorena Grojsman, en un cumpleaños de Lorena en 2004. Haga click en la foto para ampliar


Suena trillado, pero haber conocido y tenido el placer de compartir excelentes momentos junto a Alberto fue comparable a disfrutar la mejor película de mi director de cine preferido, Woody Allen

Alberto era desopilante, desde el inicio hasta los “títulos”. Lo conocí ni bien entré a trabajar en El Cronista, hace exactamente 15 años y lo nuestro fue “amistad a primera vista”. Me bautizó "Golden", por mi blonda cabellera y según él, mi alegre forma de ser, toda dorada, y a partir de ese momento, cada mañana que llegaba al diario, encendía mi computadora y me tomaba un café en el famoso fumadero del edificio de Honduras junto a aquel simpático bigotudo que hacía de mis mañanas una fiesta.



Le pedía recomendaciones de películas, libros y algún que otro programa de TV que eran retribuidos con mis apuntes de Semiótica o de crítica de la telenovela de la facultad allá por mediados de los 90. Era corriente su aliento cada vez que sacaba una nota en el diario: “Muy bien Golden”, me decía y me abrazaba o lanzaba alguna sonrisa socarrona.

Alberto no tenía hijos porque creo que él nunca dejó de ser niño. Si lo invitabas a una fiesta seguro se transformaba en el centro de atención, charlando de cine, de viajes, de política, de Atlanta, de Borges...Una persona, o personaje, que jamás pasaba desapercibido y a quien era imposible dejar de querer.

Me enseñó a amar profundamente a su querida Villa Crespo, que es, gracias a él, el barrio donde vivo y de donde no me puedo mudar, desde hace 8 años.

Gracias a él también viajé a Siena, en Italia, que según sus palabras era la ciudad más linda del mundo.

Alberto también me acompañó cuando me fui de El Cronista. A la par de los cacerolazos, hemos compartido alguna que otra cena junto a Ale Groba, los tres, en alguno de los queridos restaurantes del barrio.

Después de nuestra ida del diario, él se fue prácticamente un año antes que yo, nos visitábamos frecuentemente. Ni él ni yo faltábamos a cada uno de nuestros cumpleaños. Nos juntábamos en su casa, junto a Norita, Noreley, su última pareja quien lo acompañó hasta el último momento.

Por eso, fue terrible verlo sufrir estos últimos meses porque Alberto era pura alegría, sagacidad, amistad. Y amaba la vida. Es por eso que para mí resulta muy simbólico despedirlo este 20 de Julio, día del amigo

Chau Alberto querido! Chau amigo! Te voy a extrañar

Golden


Lorena Grojsman trabajó en El Cronista Comercial entre 1994 y 2001, en los suplementos Negocios de Bolsillo, Informática Pyme y Consumo y la sección Finanzas.

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1 comentario:

N y A dijo...

Me encantó leer esta nota, se ve que era un tipo especial y querido. Gracias Lorena por esta semblanza tan linda.