2008-11-13

Por un aviso



Otra carta
Se me hace difícil comenzar, entre otras cosas por pudor, pues han pasado por la redacción tantos nombres relevantes para el periodismo que no me animaba a escribir. Pero, venciendo miedos y temores, estoy aquí recordando cómo por un aviso clasificado en busca de un trabajo temporario (que me permitiera estudiar) llegué al diario hace 18 años, en mayo de 1991. Me parece mentira que me haya quedado tanto tiempo.



Desarrollé mi trabajo en distintas áreas no periodísticas del diario: entré como telefonista, fui recepcionista, secretaria en varias gerencias, estuve como asistente en la redacción y en la antigua Gerencia de Producción Gráfica, pero siempre estuve cerca, muy cerca del corazón del diario: “La redacción y el taller”. Son inolvidables para mí aquellas tardes-noches de domingo cercanas a los cierres que tuve oportunidad de compartir, donde se vivía un clima muy especial que me contagió este cariño entrañable que tengo por todos los que hacen el diario y las revistas. El diario acompañó mi vida durante todos estos años y es una parte importante de ella.



Quiero recordar que en él se gestó una reacción de amor y solidaridad durante la crisis de 2001 que aquí me gustaria rescatar, por que también habla de quienes hacen El Cronista y me refiero a la construcción del comedor La Buena Voluntad para chicos carenciados en ciudad Oculta y el envío de leche durante tres años continuos, ese fue el resultado de una reacción desde la sensibilidad ante una crisis que nos atropellaba otra vez como tantas. Por eso días pasados cuando surgió la idea entre un grupo de compañeras de festejar “a nuestro modo” los cien años, no dudé en apostar una vez más a hacerlo desde la emoción y desde el recuerdo por el buen tiempo transcurrido.

Celia Aballay es responsable de Compras de El Cronista Comercial

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